Judo
'Equilibrio' por Sonia Ariz
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- Sonia Ariz
- Miércoles, 26 Febrero 2014 18:51
Hoy, como cada mañana, he cogido el bus para ir a la Escuela de Arte de Pamplona con la cámara en la mochila, los cascos cubriendo mis orejas, con las manos doloridas, y el cuello, y la espalda. Desde mi mundo interno, con la voz de Robe de fondo, miraba al mundo exterior. Es increíble cómo puede cambiar tu forma de mirar conforme vas educando a tu mente y tu visión para ello: formas, lineas, luces y sombras, colores (sí, suena bastante neurótico, pero hoy he estado analizando los pliegues de la chaqueta de una señora. Otros se habrían fijado en si era bonita o fea. O en la señora. Yo sólo recuerdo la forma de los pliegues, con sus brillos y sus sombras marcadas). Desde mi mundo interno miraba al exterior, pero a la vez mi mente no paraba de funcionar; pum, pum, pum, pliegues. Pum, pum, pum en zigzag. Se parecen a las que hace el pantalón del kimono. Pero el pantalón del kimono no brilla. Y en mi imaginación comenzaban a reproducirse recuerdos, de llaves, campeonatos, entrenamientos. Y volvía a las formas y las luces.
Al fin y al cabo, esa es mi vida. Judo y Arte. Arte y Judo. Los dos con mayúsculas. Porque son importantes, son mi forma de vida. Y, si me paro a pensarlo, no hago nada más. Por la mañana, Escuela de Arte. Fotos, fotos, fotos, pintar, hablar de arte. Al mediodía a entrenar y así hasta la noche. No existe el sofá. No hay nada artístico que hacer en él. No sirve para hacer uchikomis. Y no es fácil. Es duro, es cansado, es frustrante tratar de llegar a todo al mismo tiempo. La fotografía, el arte en general, exige mucha energía, mucha atención, estar constantemente recibiendo y buscando información y tratando de dar lo mejor de ti. Y qué decir del judo, los judokas lo entienden. Una lucha continua contra tu cuerpo y contra ti mismo. Una lucha increíblemente satisfactoria. Cuesta compaginar las dos cosas y a veces es desesperante, pero no os podéis imaginar lo genial que puede llegar a ser hacer lo que te gusta desde que te levantas hasta que te acuestas. Yo cada día me siento más fuerte, más creativa, más rápida, culta... más realizada. Y me encanta. Me encanta estar en mi mundo creativo aplicando la filosofía del judo y poder entrenar cada día sin dejar de ser artista. Me gusta hacer las dos cosas y no pienso renunciar a ninguna de ellas, porque mi objetivo es ser feliz, aunque probablemente ninguno de mis compañeros de los dos extremos llegue a comprender al otro.