Fútbol
Enseñanzas del Caso Iker
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- Esteban Gómez
- Miércoles, 06 Agosto 2014 16:11
Más allá del lamentable estado de forma que atraviesa Iker Casillas, realidad indiscutible desde la final de la Liga de Campeones, debemos mirar, recapacitar y analizar todos aquellos factores externos e internos que han llevado al portero más laureado del fútbol español a verse en la situación incómoda actual.
A pesar de sus méritos deportivos respaldados por los títulos conocidos por todos, Iker arrastra, a sus 33 años, defectos técnicos que no ha sabido corregir durante sus años de esplendor físico y que ahora, cuando está más cerca de su fin como portero de élite, quedan aún más en evidencia. Su altura, de 1.80, 1.82 a 1.85 según distintas fuentes, le ha dejado con el paso del tiempo en desventaja en situaciones tácticas de estrategia a balón parado. Las sensaciones que trasmite son de indecisión e inseguridad cuando de abandonar los tres palos se trata. No domina el juego aéreo y los rivales lo saben. Nunca se le ha visto salir con decisión porque en esos duelos directos, pierde. Ese aspecto físico lo tamizó mientras que física y moralmente estuvo en la cresta de la ola; cuando por todos, pese a sus carencias, fue considerado el mejor portero del mundo. Entonces tenía ángel…ese ángel que parece haberle abandonado. En estos aspectos exclusivamente futbolísticos no quiero introducir el factor trabajo. No veo los entrenamientos y no tengo capacidad para analizar lo que hace o no, si su dedicación es máxima, o no…para eso dejo las distintas opiniones que se han vertido al respecto entre las que considero más válidas: los que han trabajado en el día a día con Iker.
Iker, como todos los deportistas de élite, tiene su momento cumbre y su inevitable decadencia para la que debe estar preparado psicológicamente. Es difícil admitir, en cualquier profesional, que nuestro mejor momento tal vez pertenezca al pasado; pero ahí está el profesional y su entorno para encauzar esa nueva etapa, la del ocaso en la que se encuentra Iker. Podrá tener un pequeño resurgir si hace del trabajo diario su prioridad, pero lo que aún le queda no será lo mejor de su carrera deportiva, e Iker lo tiene que asumir y si lo hace en otro club con menos exigencias deportivas, mejor para él.
Y ese entorno que debería ayudarle, permítanme decirles que en mi opinión, le ha hecho un flaco favor, por no decir que le ha perjudicado. Cualquier deportista tiene el derecho a sentirse incómodo desarrollando su trabajo si no cuenta con las “bendiciones” del entrenador, como de hecho sucedió durante su etapa a las órdenes de José Mourinho, pero de ahí a utilizar a su entorno para que hable por él no indica sino su precaria personalidad. Un profesional reconocido económica y deportivamente no puede nunca hablar por boca ajena. Jamás le vimos desautorizar a su novia cuando ésta decía que había problemas del vestuario con Mou, ni desmintió portadas que sacaban a la luz aquello que los futbolistas siempre han llevado como máxima “lo que sucede en el vestuario, queda en el vestuario”.
La decadencia de Iker se ha vivido como un auténtico culebrón con continua presencia en los medios y en las redes sociales. Un frente abierto entre los pro Iker. entre los que militaban periodistas amigos de Iker, y los que pensaban que al sacar sus problemas a los medios, se había convertido en un simple soplón capaz de anteponer sus intereses personales a los del grupo.
Mou se retiró de la cruzada buscando su futuro en un medio mucho más sereno. Se dijo en su momento que Iker había ganado la batalla,…pero un año después se ha comprobado que no ganó la guerra. Florentino Pérez respetó su trayectoria y un contrato demencial en millones y duración… y porque, así entre nosotros, me da que a Florentino le dio pánico coger “el toro por los cuernos”. Grave error de aquel que piensa que los problemas se solucionan solos. Florentino dejó vivo un problema deportivo y social que ha ido creciendo hasta convertirse en una metástasis deportiva y social que amenaza con otra temporada aún peor porque las posiciones están cada vez más enquistada. Florentino Pérez, tan hábil en otro tipo de gestiones deportivas, tiene ante sí la gestión más comprometida de sus años como presidente del Real Madrid. Iker lo quiere todo, titularidad o marchar sin perdonar un solo euro; en esto último tiene todo el derecho, pero el fútbol de máximo nivel se le ha escapado para siempre. Empeñarse en seguir adelante en su obsesión por ser el portero titular es una incongruencia. La final de la Champions, el Mundial y la pretemporada han desnudado sus carencias, y cuando se trata de un puesto tan específico como el de portero, el tiempo no perdona. Se nos viene una temporada aún más complicada porque Iker tiene la certeza de que sus recursos no le dan para competir al nivel que exige el Real Madrid, y el portero que salta al terreno de juego temiendo el fallo está acabado.