The Real Life
Padres y entrenadores: Juntos pero no revueltos
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- Daniel Rodríguez de Celis
- Martes, 23 Septiembre 2014 22:33
Todo padre cuando comienza su hijo a practicar cualquier deporte sueña con que en el futuro sea un campeón olímpico, sueña con verlo en lo más alto del pódium. La labor de unos padres en este proceso es la de inculcar valores y enseñar un modelo sano de vida, pero ¿Cuál es la receta del éxito? ¿Cuál debe ser su papel? ¿Qué deben hacer para motivar a sus pequeños? ¿Dónde se encuentra el límite entre motivar y quemar?
Existe un modelo tristemente extendido, el de padre-entrenador, que son aquellos que intentan llenar sus propias carencias deportivas con las victorias de sus pequeños. Son padres que pagan sus frustraciones interfiriendo en la correcta formación de sus hijos. Éstos gritan a los niños, les reprochan entrar a meta en segunda posición porque “el segundo es el primero de los perdedores”, cuestionan la labor del entrenador si su pequeño no gana, hacen que los niños no tengan compañeros ni amigos en el deporte y pasen a tener rivales únicamente. Lo que conseguirán en la mayoría de los casos no es tener un campeón si no hacer que desaparezca la ilusión por el deporte del corazón de sus hijos.
El padre-entrenador corre un gran riesgo, si presionamos mucho un globo lleno de aire conseguiremos que este explote, lo mismo ocurrirá con un niño al que presionamos en todo momento para que logre unas marcas, para que marque goles, enceste canastas etc. Cuando llegue a la adolescencia, esa etapa tan complicada para todos, se convertirá en un rebelde y no solo dejara de practicar deporte si no que esto interferirá de manera negativa en sus estudios, se acercará a malas compañías y todo con el fin de llevar la contraria a su padre, esa figura que tanto le ha presionado.
El deporte enseña que para conseguir lo que queremos tenemos que esforzarnos, pero cuando te enseñan que lo que de verdad importa es el resultado y no el método utilizado para conseguirlo nos estamos acercando al “lado oscuro” del deporte. Aquellos niños, que ya habrán crecido, no dudarán en utilizar sustancias prohibidas para lograr unos resultados que sean del agrado de sus padres, y si, estarán consiguiendo medallas y trofeos pero cuando pasen los años serán trofeos vacíos de sentimientos. Además de haber puesto en serio riesgo su salud.
En definitiva, apoyen a sus hijos, hagan que disfruten con el deporte, enséñenles que lo importante no es ganar sino superarse a uno mismo día a día; sean padres y no entrenadores, que sus hijos ya tienen uno. Porque si quieren tener un campeón en la familia cálcense sus zapatillas y comiencen a competir, pero dejen que ellos disfruten con el deporte.