Natación
Y temblaba y repetía: "Que no se acabe nunca", por Carla Casals
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- Carla Casals
- Martes, 02 Septiembre 2014 23:00
Hoy, que hace 2 años justos de mi particular 4º puesto en Londres 2012 tras un 100m mariposa increíble y todas sus consecuencias, me decido a escribir esto. Reúno el valor suficiente para poner en palabras aquello que hace tiempo que ronda mi cabeza, pero que me resulta tan difícil de ordenar en un papel.
¿Sabes esa típica frase de: “Te quiero, pero no podemos estar juntos”? Pues esto es así ahora, ¡Nuestra relación llegó a su fin!, (o eso es lo que siento en estos momentos).
El hecho de que hayan retirado mis pruebas del calendario paralímpico de Río 2016 y me hayan retirado la beca que me permitía entrenar, (a pesar de mi 3er puesto en el último Europeo y las 2 medallas del Mundial del año anterior), ha influido a tomar esta determinación, pero no es el único motivo.
Este ha sido un año muy duro, con una pérdida de visión muy importante a la que todavía le estoy pillando el truquillo y que no me ha permitido entrenar al nivel al que estoy acostumbrada. Sin embargo, he podido disfrutar del pasado Campeonato de Europa compitiendo tan fuerte y con una sonrisa imborrable para sacar lo mejor de mí. He podido compartirlo con mis compañeros, con mis amigos, con mi familia y vivirlo con la sensación de estar exprimiendo al máximo cada minuto de cada día. ¡Os aseguro que esa es una sensación increíble! Me motiva para seguir haciendo lo mismo a partir de ahora.
Me despedí dando el relevo generacional que corresponde, desando a mi rival que disfrutara de ese momento, que le iba a dar fuerzas para los momentos duros venideros, que los habrá. Recibí el calor y el cariño de los míos, y de los que no son tan míos, el apoyo de la gente que valora el trabajo realizado, y las felicitaciones de rivales de otros países que elogiaban mi carrera y los años compartidos. Me siento afortunada de haber podido compartir y transmitir la alegría y la importancia de divertirse y disfrutar: tanto durante la dura temporada de entrenamientos, como en la competición (cuando el trabajo ya está hecho, y donde más me ha costado a mí aprender eso).
Miro atrás, y conteniendo la respiración para que las lagrimillas no se escapen de mis ojos todavía, veo un largo camino andado, lleno de aprendizajes: aprendí a descubrir mi valentía y mi pasión, a organizar mi tiempo, a trabajar duro, a ser constante y determinada. Aprendí a levantarme, a confiar, a compartir, a comprender… Descubrí el amor y el desamor, la amistad que nunca acaba, pero también la traición, la competitividad y soportar momentos de máxima presión. Aprendí a sonreír frente a lo malo y a quedarme sólo con lo bueno. Incorporé la magia como eje central de mi vida, como una palabra que me inspiraba y me definía, un sinfín de experiencias y aventuras que no caben hoy aquí.
Pero no ha sido hasta hace bien poquito que descubrí lo más importante: la persona en la que me he convertido, con mis gracias y mis defectos, es la misma esté fuera o dentro del agua. Antes pensaba que mi deporte me definía, me componía y sin él perdería toda identidad y eso me aterraba.
Seguramente, ese miedo era el que no me permitía abandonar este mundo fantástico y mi zona de confort, pero ahora me siento valiente para enfrentarme a esta nueva etapa, y poder descubrir dónde enfoco toda mi pasión, buscando nuevos retos, proyectos y fuentes de adrenalina y diversión.
Sólo me queda dar las gracias a todos los que me habéis acompañado todo este tiempo, los que están y los que ya no están, pero os agradezco que me hayáis ayudado a crecer, a aprender, a creer y a crear sueños conmigo.
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