Si no sale rugiendo de ti, no lo hagas
Si no te sale ardiendo de lo más profundo de ti, a pesar de todo, no lo hagas. A no ser que salga espontáneamente de tu corazón, de tu mente, de tu boca, de tus entrañas… no lo hagas. Si lo haces por dinero o por fama, no lo hagas. Si lo haces para llevarte mujeres a la cama, no lo hagas. Si te cansa solo el pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estás intentando escribir como cualquier otro, olvídalo. Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, espera pacientemente. Pero si nunca llega a rugir, haz otra cosa. Si primero tienes que leerlo a tu esposa, a tu novio, a tu novia, a tus padres o a cualquier persona, no estás preparado. No seas pesado, aburrido y pretencioso. No te consumas en el amor propio. No lo hagas. A no ser que salga de tu alma como un cohete, no lo hagas. A no ser que el sol que hay dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas. Cuando sea verdaderamente el momento, si ha sido elegido, sucederá por sí solo y sucederá hasta que mueras o hasta que muera en ti. No hay otro camino y nunca lo hubo.
A estas alturas, es inevitable ponerse a pensar sobre todo lo que ha supuesto el año. 365 días, 8760 horas, 525600 segundos… Esos son muchos, ¿no? Pero, ¿los hemos aprovechado bien? Cada día, cada hora, cada minuto contiene tantos momentos que no nos damos cuenta de su importancia hasta que pasan. Y ya no se pueden recuperar. Pero lo verdaderamente esencial en todo ello es que los exprimamos al máximo, y que no los malgastemos. Que los VIVAMOS en mayúsculas, tanto, que no nos dé lástima cuando pasen, porque se te han quedado en cada poro de la piel a modo del más perfecto recuerdo. Y te hacen sonreir.
Nuestros abuelos nos lo decían: ¡aprovecha la vida, que solo hay una y pasa muy rápido! Y qué razón tienen, ¿no? Puesto que no tenemos el poder de ralentizar las agujas del reloj y detener el tiempo en los momentos más felices de nuestra vida… exprimámoslos como el zumo de las naranjas al despertar (“¡que se le escapa la vitamina!”) Hagamos pues aquello que nos salga de lo más profundo del corazón, de la mente, del alma… Si no te quema, si no “ruge”, si no te llama a gritos porque quiere salir de ti, si no te saca una sonrisa de las que permanecen en el tiempo…NO-LO-HAGAS.
Seguramente muchos estaréis haciendo una lista con los nuevos propósitos del año. De esos que a veces los hacemos cumplir y otras veces no (porque en realidad nunca quisimos que se cumplieran). ¿Por qué no simplificamos? Podemos añadir un único propósito a la lista, y el resto vendrán solos (y los que no, será porque no tienen que venir…aun): SER FELICES, hacer cosas que nos llenen de verdad, que nos emocionen tanto que nos dejen casi sin respiración. Arriesguémonos, tomemos decisiones aunque sean de las precipitadas, pero que nos hagan felices, que nos salgan del corazón… Haz deporte, libérate, ríe, ama, sueña despierto… Disfruta de las pequeñas cosas, Porque al final, se acaban convirtiendo en lo más grande.
FELICES 365 DÍAS.
Coral Aja Pérez
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